sábado, 23 de junio de 2012

Me pueden las ganas de seguir adelante.

Sábado. Sábado con complejo de domingo. Un sábado cualquiera, en una ciudad cualquiera, depositado sobre una casa cualquiera. Un sábado con sabor a recuerdos, con el dolor de promesas no cumplidas. Un sábado de esos que penetra en tu cuerpo calando tus huesos por completo. Sábado, domigo, y lunes. Rutina. La pereza de emprender tareas nuevas en un verano que más bien doy por acabado nada más empezarlo. Ensimismada en mi mundo doy rienda suelta a mi subconsciente, a ese que de vez en cuando me juega malas pasadas aflorando mis pensamientos más intimos en las situaciones menos correctas. Rodeada durante unos días del silencio, de ese silencio que no se sentía incómodo cuando estaba con él, cuando éramos dos, o más bien, cuando éramos uno. Extraño sentimiento el que hoy recorre todo mi ser. Sentimiento relacionado con el período del año, con el tiempo libre, con la llegada de fechas señaladas. Sentimiento de querer retroceder atrás en el tiempo, a entonces, cuando no existía nadie más que la brisa del mar entre nosotros dos una tarde de verano. Me paro y reflexiono. Ésta no es la vida que yo quiero para mí. Quiero ser feliz y disfrutar de mi juventud. Seguir adelante. Éste será mi nuevo y único objetivo estos días. Buscar la felicidad, allá donde esté, para mí.

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