lunes, 9 de julio de 2012

Niños

Juguetones, indefensos, pequeños, irracionales, obsesivos, desordenados, llorones, risueños, impulsivos, comilones, cabezotas, maníacos, bonitos. Y un largo etc de cosas que podría decir de ellos.
Niños. Los únicos capaces de reunir alrededor de ellos a un sin fin de adultos sonriendo y diciendo boberías sin parar. Boberías del tipo "ajo, ajo" "gugutata" o "prrr". Aquellos capaces de frenar todo lo que sucede en torno a ellos, como si llevaran en sus pequeñas manecitas un botón para detener los problemas, un botón que se activa cuando aprietan nuestros dedos o nos sonríen con la más amplia de sus sonrisas cuando pronunciamos una de las famosas boberías. Niños. Ésos que convierten las mañanas frías de invierno en las mañanas más cálidas del mes de Agosto. Con los que no importa el tiempo, lo deprisa o lento que éste pase- generalmente deprisa-, con los que el simple hecho de verlos tras tu espalda rozándote con sus manecitas te pone alerta y te convierte en el ser más dichoso de este planeta. Niños. Los cuales lloran hasta sacarte de quicio, escupen la comida en tu camisa más querida, y a los que de vez en cuando desearías poder meter en una cuna y no sacarlos hasta la hora de la cena. Niños. De cero a cuarenta y ocho meses. Pueden andar tras de tí toda una mañana con el objetivo de que les hagas caso, tirarte los juguetes a la cara e incluso estirarte del pelo. Niños. Áquellos que convierten los días grises en días llenos de colores. A los que apenas rozas por temor a hacerles daño en sus tiernas cabecitas. ¿Vestirles? Todo un reto. Mueven sus piernas, agitan los brazos, emiten pequeños grititos y lloran cuando les pones pomada; a todo eso hay que añadir nuestro miedo, el miedo de subirle los pantalones demasiado deprisa y hacerles daño, el miedo de apretarle demasiado el pañal, o de estirarle del pelo al pasar por él un cepillo. Niños. Ésos que convierten mis mañanas en el momento más placentero del día. Niños.

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